Señora en las acciones amorosas de
nuestro prohibido romance y profundo pecado, quiero que sepas que con tinta
china dentro de mi ser usted me ha marcado, todo lo relacionado a mi cuerpo,
sentimientos y deseos, y por ti me siento exaltado. Me siento más que hombre
cuando estoy contigo, cuando la siento cerca, cuando estas a mi lado. Me siento
feliz de que hayas estado junto a mí y le doy gracias a Dios por haberte
creado, por tu haber existido, porque eres medalla, diamante o trofeo de todo
aquel dichoso hombre que tu cuerpo escultural haya recorrido. Eres en mí
presente orgullo de hombre y podrías ser el recuerdo regocijado y añorado para
mí, de una incierta vejez. En tu cuerpo vivo y muero porque por ti fui como el
moriviví, porque cuando estaba junto a ti moría por poder acariciar todo tu
cuerpo y revivías todo mi ser, cuando estremecíamos juntos de ¡ placer! en nuestra almohada, en nuestra
cama, en nuestro divino lecho, en esos bellos y hermosos atardecer.
Señora protagonista inolvidable de mi
vida, sus recuerdos son dulces nostalgias, inolvidables momentos, pasión que no
marchita.
Señora secreto no desvelado y si es de
saberse en algún momento, será un grito de amor mesurado.
Señora como Adán y Eva seremos fugitivos
por amor, devorando nuestros cuerpos, comiendo de ese fruto prohibido, seremos
una sola manzana en la fusión de nuestros cuerpos.
Señora destino que muy pocos comprenden,
predestinados en algunos momentos a compenetrar nuestras carnes, fuiste ley de
recurrencia cumplida y consumida a su debido tiempo.
Señora linda es su familia y en su vida
seré para muchos aquel osado inesperado, vagabundo imprevisto, conquistador
intrépido, pero quiero que sepas que nuestro amor es código religioso en secreto, preservado en las cajas fuertes de nuestros corazones, sin copias, sin llaves
ni documentos.
Señora no sienta remordimientos por lo
que hemos hecho, ojos que no ven corazón no enterado, si es por mi duerma
tranquila, que por mí está olvidado.
Señora en el manantial prohibido de tus
aguas como Juan Luís Guerra quisiera ser un pez, para poner mi nariz en tu pecera y hacer burbujas de amor por donde quiera, mojado solamente en ti.
Señora me hiciste correr velozmente sin
ser súper Félix Sánchez y en la adrenalina que desatamos en nuestros lecho brincamos vayas, montañas y mares
para realizar nuestro deseo.
Señora manos divinas, caricias
prodigiosas, me llevaste al cielo, me llevaste al firmamento, me llevaste a planetas desconocidos, me hiciste volar
con tu cuerpo de Diosa.
Hicimos de nuestros actos una quimera
regocijada donde morían y revivían nuestros anhelos, extremados de placer hacíamos del amor el mas excitante momento.
En ti murió un hombre aletargado
por la rutina y el estrés de cada diario. Hiciste nacer un hombre nuevo, revido
por la forma magistral en la que me has amado, le doy gracias a dios y la vida
por que haya nacido, por haberte creado.
¡La quiero señora! en la distancia de
nuestros cuerpos nunca la he olvido, pasaran más de una vida, pasaran más de
mil años, sin que muera su recuerdo, sin que se borre su pasado, ¡la quiero
señora!, ¡señora la amo!. (Pensamientos
híbridos) Miguel Alfonso Perez Jaquez.
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