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domingo, 5 de octubre de 2014

"La pornografía es mala y punto" Así los confiesan y testifican ex actores y actrices porno.

                                 La pornografía es mala y punto (Hablan las actrices)
El siguiente post contiene detalles sobre cómo sufren las actrices porno y el deterioro humano al que se ven sometidas. Lo publico con el objeto de seguir desmontando los mitos de la pornografía, pero la forma en que lo narran en primera persona y los detalles que dan pueden herir ciertas sensibilidades así que si en principio no simpatizas demasiado con la pornografía puedes ahorrárte leerlo y no tener que andar recreando imágenes desagradables en tu cabeza. 

La pornografía es mala. Y ya está. Da igual lo que nos aporte. Hace daño a muchos seres humanos. Desde los que la producen hasta los que la consumen. 

A continuación, testimonios de actrices que aclaran un poco las condiciones en las que se fabrica ese producto que millones de personas consumen a diario. 

Es el texto literal de una publicación del blog noandemosconvueltas.blogspot.com que no es de temática religios 



malo

Sin embargo no somos tan inocentes y muy en el fondo sabemos que son actrices, y que están actuando. Que en realidad esa cara de satisfacción, esos gemidos y esos “Oh yes, oh yes” son fingidos. 
Claro que siempre nos queda la duda: ¿no sentirán nada, pero nada de nada? 
Cuando pensamos, bueno, no voy a generalizar, cuando al menos yo pensaba en cómo se rodaba una porno, imaginaba un poco en base a mi imaginación y otro poco en base a algún que otro documental visto por allí que todo se hacía en un marco de cierta cordialidad y compañerismo. 
Imaginaba que la actriz se decía a sí misma, “bueno, a trabajar”, y que era para ella algo más o menos similar a tantas y tantas chicas que toman el sexo como un trabajo y punto. 
Sin embargo, al parecer las cosas no son tan así. Obviamente no podemos generalizar pero cuando comenzamos a bucear en los testimonios de ex actrices comienzan a aflorar algunos aspectos no demasiados glamorosos de la actividad tales como falta de consideración, crueldad, desprecio por la higiene o trabajo sin descanso hasta el límite de lo soportable. 

Shelley Lubben (43, unas 30 películas porno entre 1993 y 1994) ofrece su testimonio: 
“Ustedes se preguntarán si las mujeres tienen la opción de elegir meterse en el porno. 
Agentes de la industria se encuentran al acecho de adolescentes emocionalmente necesitadas y las atrapan con frases como “eres tan sexy” o “eres la más bonita”. Y con algunos cumplidos más y una tentadora oferta económica caen en la trampa. 
De pronto se encuentran en la oficina del agente con la promesa de que si acceden a hacer sexo anal se convertirán en estrellas del porno. 
Pocos días después son enviadas a una clínica médica perteneciente a la industria donde se chequean posibles enfermedades de transmisión sexual, en medio de sonrisas y brazos abiertos que aseguran que lo que les interesa es que estemos seguras.” 

Corina Taylor (31 años, unas 60 películas entre 2003 y 2004) aporta lo suyo: “Gané un concurso en la revista Hustler y casi sin darme cuenta de pronto estaba en Los Ángeles. Una persona de la revista me contactó con Derrick Hey de L.A. Models ( http://www.ladirectmodels.com una agencia, digamos, de “modelos” ) y me mudé a su lujosa casa con otras actrices porno. Su casa estaba tan llena que una de las chicas dormía en un ropero. Cada actriz debía pagar U$S 700 para poder estar allí…” 

Así las cosas, una vez ingresadas al ambiente llega el momento de concurrir al set. 


adiccion

Corina continua diciendo: 
“Mi peor momento lo pasé haciendo una película para Red Light District (una productora). El actor y director Vince Voyer me llevó aparte y me pidió que le hiciera sexo oral. Me dijo que era una puta y que debía hacerlo. Se lo hice. 
Cuando volvimos al set se suponía que tendría sexo vaginal, pero durante la escena el actor Eric Everhard me forzó analmente y no se detenía. Yo gritaba que parara, pero él no se detuvo. El dolor era enorme y yo estaba en shock. Mi cuerpo se aflojó y ya no puede luchar contra él… 
Luego de la escena nadie me llevó a casa. Pedí un taxi y me dirigí a una clínica para que me revisaran, pues el dolor era terrible. Un día después recibí un llamado de Vince diciéndome que no abriera la boca por la violación. Me amenazó y me dijo que no sabía con quién me metería y además la escena ya editada era una prueba de que yo mentía. 
Cuando fui a cobrar mi cheque, sólo me pagaron por sexo vaginal, no por anal.” 

Otra ex actriz Neesa, (35) también tiene algo que decir al respecto: “Trabajé en porno por 10 años, con intervalos, en unas 27 películas. La última fue en Noviembre de 2006 y fue una experiencia demasiado abusiva, espantosa y repugnante… 
Usaban los mismos dildos sucios una y otra vez, pues las compañías no querían gastar en otros nuevos, así de tacaños eran… 
Siempre se veían chicas con las vaginas irritadas o aún lastimadas y pedíamos una pausa para recomponernos luego de las escenas más dolorosas, pero los directores y demás colaboradores querían terminar lo antes posible, pues la compañía rehusaba pagar horas extras lo que llevaba a que la mayoría de las veces no hubiera tiempo para ducharse entre escenas, y ni mencionar los cobertores que se usaban en una escena tras otra. 
En lo que fue mi escena más dura y el peor momento de mi vida fui violada y abusada en una escena con Max Hardcore (un actor, director y productor rechazado aún por buena parte del mundo porno por sus abusos y excesos). Yo estaba shockeada y horrorizada. Me insistió en que le practicara sexo oral y fue entonces cuando me contagió clamidia y gonorrea.” 

porno

Por su parte, Genevieve (22), explica: “Yo no tenía experiencia … estaba sorprendida porque cuando veía porno no me parecía que fuera tan duro tener sexo en cámara. No hacía las posiciones correctamente y tenía fluidos corporales en mi cara que permanecían allí por 10 minutos. El abuso y la degradación eran terribles. Yo transpiraba y tenía fuertes dolores. Todo el cuerpo me dolía y al director realmente no le importaba cómo me sentía, el sólo quería terminar el video. 
Pensé que mis agentes se preocuparían por mi, pero a ellos yo no les importaba, cuando dije que ya no seguiría me amenazaron. Yo era sólo una máquina de hacer dinero: cada vez que hacía un video, ellos se quedaban con el 15% de mi paga. 
Es un negocio terrible donde las mujeres son usadas sólo como objetos sexuales, y para ellas no hay compasión ni se les otorga ninguna comodidad.” 

Elizabeth Rollings (unas 40 películas) declara: “Mi entrada al cine porno se debió a que era una madre soltera desempleada dispuesta a hacer lo que fuera por mis tres hijos… 
Estaba cubierta por fluidos corporales, saliva y sudor de 5 hombres distintos. Disgustada, lastimada, basureada y vacía de emociones, una parte de mi murió ese día; mi alma se fue rasgando con cada uno de los 25 hombres a quienes les vendí mi cuerpo. 
Mi primera escena se filmó en Las Vegas en 2006 para la empresa Sensational Video. Fue rodada en un departamento. No había comodidades, ni area de cambiado, ni seguridad. Sólo se trataba de hacerlo. Me dijeron que sólo era una prueba y que tenía suerte de que me pagaran por ello pero que si todo salía bien ganaría fama y fortuna. 
Productores y otras actrices me ofrecieron alcohol y marihuana y yo acepté gustosa. No quería sentir el dolor de la penetración de un pene enorme o el de tener que sostener posiciones para la cámara mientras era penetrada y apenas podía respirar. 
Cada escena duraba al menos dos horas o más por la necesidad de congelar las imágenes y obtener buenos ángulos bien iluminados. Era denigrada en cámara y eso debía agradarme o no habría paga. Me decían puta, perra, mujerzuela y utilizaban mi sobrepeso para insultarme. También me obligaban a no perder peso, amenzándome con dejarme fuera. Y me forzaron a la prostitución. Los productores me enviaban a hacer trabajos privados de los que mi agente recibía un jugoso porcentaje…. 
Quiero que se sepa la verdad: a las compañías no les importa el aspecto humano, a ellos no les importan si las mujeres y los hombres que actúan en sus películas viven o mueren. Los actores porno no son otra cosa que objetos reemplazables…” 

Por su parte, el actor Trent Roe cuenta: “Una vez era parte de un grupo que estaba con una chica teniendo sexo oral, vaginal y anal cuando ella vomitó sobre nosotros. Tenía heces en mi pene y vómito en mi cara y nos dijeron que continuáramos con la toma aún cuando ella estaba casi desmayada. El director quería esa toma… 
El temor por los fluidos corporales (semen, sangre, orina, heces, saliva) era absolutamente olvidado. De hecho todos debíamos soportar que los fluidos de cada uno estuviera sobre los demás. 
Había fluidos en el piso, en los muebles, en los tapizados y en las toallas que nos arrojaban para que nos limpiáramos luego de cada escena. No había protección ni higiene. No nos permitían usar preservativos. El constante intercambio de gérmenes y enfermedades no era considerado por los empleados de las productoras… 
La otra forma de compartir fluidos en el set era con los juguetes que nos distribuían. Eran arrojados en cajas y apenas si los repasaban con trapos embebidos en alcohol, pero nunca eran debidamente higienizados o esterilizados.” 

Shelley Lubben, agrega “En realidad ninguna de nosotras disfrutamos haciendo porno, de hecho lo odiamos, odiamos abrirnos de piernas ante hombres sexualmente enfermos… 
Algunas chicas lo odian tanto que las escuchaba vomitar en el baño entre escenas. Otras salían a fumar un cigarrillo tras otro. 
Pero la multimillonaria industria del porno necesita que el público crea que las actrices realmente amamos hacer porno y amamos ser degradadas por todo tipo de actos repulsivos. Que las caras que se ven de tensión son parte de la actuación pero la realidad es que las mujeres pasamos por un sufrimiento indescriptible producto de ser abofeteadas, mordidas, escupidas, pateadas y llamadas “sucia putita” o cosas por el estilo… 
Ofrecen alcohol para que las mujeres se emboten y puedan soportar las escenas de sexo más duro y más humillantes. 
Cuando el alcohol ya no es suficiente las actrices son enviadas a doctores que se encuentran en complicidad con la industria del porno y les recetan Valium, Xanax o Vicodin para que puedan continuar… 
Además muchas mujeres experimentan daños físicos internos. El abuso de laxantes y enemas termina afectando el mecanismo de la evacuación, y esto es sólo una mínima muestra. 
Muchas chicas experimentan prolapsos rectales, lo que significa que las paredes del recto salen hacia el exterior, quedando visibles, daño que puede resultar permanente para delicia de los directores del cine porno bizarro que aprovecharán la oportunidad.” 

Una clínica encargada de velar por la salud de los actores. 
La Industria norteamericana del porno creó en 1998 una clínica, la AIM (Adult Industry Medical Healthcare Foundation) con el objeto de cuidar la salud de los actores y actrices dedicados al cine porno. Allí se realizaban regularmente los estudios de SIDA que cada actor debe hacerse una vez al mes. Esta clínica, estaba dirigida por la Dra. Sharon Mitchell, una ex actriz porno que al parecer ostentaba un doctorado que nunca obtuvo. 
Sobre ello explica Shelley Lubben: “Médicos sin título, pero con guardapolvos blancos son los encargados de disipar temores, pero la realidad es que mientras el SIDA es mal controlado, la clamidia, gonorrea, sífilis, herpes y hepatitis son sumamente comunes en el mundo del porno. Muchos de estos males son incurables.” 
Esta clínica fue clausurada en Mayo de 2011 tras reiteradas denuncias de negligencia y fraude. 

La vida privada. 
La realidad es que esas chicas tienen al igual que todos, una vida detrás de las cámaras. Sin embargo, su vida cotidiana no es del todo igual al resto de los mortales. 
Al respecto comenta Shelley Lubben: 
“ Intentar tener relaciones normalmente saludables en la vida privada se hace imposible, por lo que sólo queda relacionarse con los directores porno o acceder a las requisitorias de hombres de 60 años en busca de carne joven. 
Yo preferí a estos últimos pues añoraba desesperadamente el amor y atención de mi padre. 
Otras actrices como Jenna Jameson, Jill Kelly, Rita Faltoyano y Tera Patrick prefirieron la primera opción… y vivieron un infierno. 
Las actrices porno no sólo no son buenas esposas sino que fallan también como madres. Gritamos, regañamos y pegamos a a nuestros niños sin motivo. 
La mayor parte del tiempo estamos intoxicadas y son nuestros niños los que nos ven tiradas en el piso. Cuando nuestros acaudalados clientes vienen a entretenerse con nuestros favores encerramos a nuestros niños en sus cuartos y les decimos que se queden callados… 
La realidad es que no hay fantasía en el porno. Es todo una ilusión. La verdad es que las actrices queremos terminar con la vergüenza y el trauma, pero no podemos solas…” 

Algunas consideraciones finales. 
Bueno, ustedes ya saben que en N.A.C.V. priorizamos por sobre todo la objetividad, y en honor a ella debemos aclarar que es muy posible que ésta no sea la visión de todas las actrices porno, aunque parecen ser muchos más los casos de hombres que continúan vinculados a la industria que los de mujeres como la “Doctora” Sharon Mitchell quien, dicho sea de paso, también contrajo a través de su carrera herpes, clamidia y tricomoniasis, además de ser adicta a la heroína y haberse contagiado de hepatitis por compartir la aguja. 
También existe la posibilidad de que esta situación se dé en los Estados Unidos, pero no en Europa, a decir verdad no lo sabemos, pero sí tenemos noticias de que el actor norteamericano John Holmes, tras contraer SIDA no pudo seguir su carrera en su país y emigró a Europa donde continuó filmando con distintas actrices, entre ellas la legendaria Cicciolina, lo cual nos hace pensar que la situación en el fondo no difiere demasiado a uno y otro lado del Atlántico. 
Hemos intentado buscar testimonios opuestos a los que les presentamos para poder escuchar otra campana, pero desafortunadamente no hemos podido hallar nada relevante y lo que hemos encontrado parecía influido por intereses afines a la industria, lo cual le resta credibilidad, al menos ante nuestros ojos. 

Notas: 
* Shelley Lubben y su marido Garret fundaron en Enero de 2008 la Pink Cross Foundation dedicada a ayudar a las actrices y actores porno a salir de la Industria. Shelley luego dejar el porno se graduó en estudios teológicos y comenzó a enseñar y predicar en cárceles de EEUU. Sobre su asombrosa vida estamos preparando una nota que publicaremos próximamente.

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